Hará aproximadamente un mes, estábamos un grupo de amigas filosofando, para variar, cuando una de ellas hizo una reflexión relacionada con esta idea: la de de no excedernos en las actitudes positivas que tomamos hacia nosotr@s, y desde entonces llevo dándole vueltas.
Porque cuidarse es atenderse, darse lo que un@ necesita, y eso a veces es darse calma, bajar el ritmo, buscar espacios de respiro, mirarse con benevolencia, o darse a un@ mism@ contextos de disfrute. Luego puede coger la forma que sea: meditar, salir de fiesta, estudiar eso que te gusta, viajar, cuidar la alimentación, hacer deporte, dormir más, posponer citas… Cada cual lo que necesite para salir de sus excesos de autoexigencia, o de la sobre-exigencia de las circunstancias personales.
El riesgo es que, si nos pasamos de rosca (y es que habituarse a la armonía y el bienestar es bastante fácil), podemos perder el equilibrio con esa otra energía tan necesaria para funcionar en el mundo: la que pone manos a la obra, la que nos dice “venga, ya está, espabila”, la que nos pone límites y nos mete un poquito de caña.
Porque la vida nos trae situaciones cambiantes, y requiere adaptación a todo, a la paz y a la guerra, al descanso y al esfuerzo, a saber darse cuando toca, y a saber soltar cuando es el momento.
No se trata de pasarnos la vida en la lucha y el sobre-esfuerzo, evidente. Pero tampoco de excedernos en la autocomplacencia, esa que te mece tanto-tanto que te puede dormir en los laureles. Y esto pasa también. Pues los placeres y cuidados son tan acogedores que también pueden ser tramposos si no van acompañados de la adecuada atención interna y discernimiento. Es fácil confundir el autocuidado y la liberación de ciertas obligaciones, con dejar de responsabilizarnos de lo que nos corresponde: nosotr@, principalmente, sin descanso: 24/7.
Mi amiga Izaro, astróloga, lo explica muy bonito cuando habla del necesario equilibrio entre las energías de la Luna y de Saturno, sin excluir a ninguna de ellas. Los arquetipos de las energías materna y paterna.
Hay personas que casi siempre se polarizan en el exceso de trabajo y esfuerzo, y otras que más bien lo hacen en las inercias de los placeres y la dejadez. Otras personas pueden oscilar entre ambas en diferentes momentos de sus vidas, o en diferentes áreas.
Difícil lograr el equilibrio, en cualquier caso… ¡Síntoma de que estamos viv@s! Osho utiliza la analogía del funanbulista para explicar que el equilibrio no es estático, sino dinámico, está vivo y se mueve, requiere de avance y retroceso para mantenerse.
En definitiva, diferentes lenguajes y conceptos que nos pueden servir para observar nuestros patrones, comprender las energías o tendencias que nos rigen, e integrar toda aquella comprensión que nos pacifique y nos permita completarnos por dentro.
Espero que te sirva para ampliar la mirada sobre ti mism@ y sobre tus dinámicas de autocuidado.
Un abrazo!
Itxaso ♡
